Los cumpleaños a veces pueden convertirse en un problema, sobre todo si no es el tuyo y te toca inventar algo muy cool para el agasajado. A esto vamos a agregarle una pizca de vacaciones y dos tazas de turismo nacional, mezcle hasta obtener una Colonia Tovar atestada de gente, unos restaurantes cerrados y uno que otro local lleno de niños.
Lo que podía ser un problema manejable, rápidamente se transforma en un tifón de respuestas negativas. Así comienza esta historia de penurias con final feliz.
Sábado en la mañana, comienza la incansable búsqueda de «un sitio bien de pinga, que no conozca el homenajeado, que se coma rico, con un ambiente súper agradable, con atención de primera y que no sea tan caro». Utópico. Me bajo de la nube e intento buscar algo que al menos cumpla con dos de las características antes descritas.
Inicio la labor detectivesca llamando a Casa Pakea. «Tu, tu, tu, Casa Pakea estará de vacaciones desde el 28 de agosto hasta el 10 de octubre». Me quedo un rato con el teléfono en la mano y llamo una segunda vez para comprobar que lo que escuché no es un chiste. Y no, no es un chiste. Comienzo a reflexionar sobre la flojera del venezolano, las largas vacaciones, la sostenibilidad de ciertos negocios.
Me empeño en buscar algo alejado del tumulto citadino y acto seguido llamo a Le Galipanier. «Tu, tu, tu, Le Galipanier ha cerrado sus puertas y ahora los esperamos en jkasfc bistró en Los Galpones». ¿Qué? No comprendo, sigo con el teléfono en la mano y googleo ‘bistró los galpones’, para descubrir que jkasfc bistró = hache bistró. Tranco el teléfono con un dejo de arrechera.
Descartado el destino Galipán me inclino a un Hatillazo. Recuerdo el día que fui a la Trattoria Al Tata y me cerraron la puerta en la cara por un tema de horario incomprensible. Lo pienso varias veces, veo la hora y las cuentas me dan. Nuevamente, tomo el teléfono «Tu, tu, tu, Trattoria Al Tata estará de vacaciones des…» Un no me jodas claro y fuerte es lo único que viene a mi mente. Sentí que el karma de todas mis generaciones me estaba cayendo encima.
Empiezo una búsqueda desesperada en Google. De repente se cuela un resultado con miras a tener éxito. Il Duomo dei Sapori, atendido por el chef Tony Maldonado, pagos solo en efectivo, se requiere reservación. Hmmm, esto se proyecta. Tomo el teléfono por cuarta vez.
Línea telefónica: tu, tu, tu
Tony Maldonado: si buenas
Yo: buenas, estoy llamando para dos cosas, la primera es que quiero hacer una reservación, la segunda es para ver si los pagos son sólo en efectivo
Tony Maldonado: los pagos pueden ser en transferencia, cheque o efectivo
Yo interno: plomo
Yo: perfecto, quisiera hacer una reservación para dos personas
Tony: excelente, a nombre de quién y a qué hora
Yo: a las 4 de la tarde a nombre de Fabiana Di Polo
Tony: sei italiana?
Yo interno: coño que no se vaya a lanzar una tertulia en italiano
Yo: si
Tony: perfecto, los esperamos a las 4. Sabes llegar?
Yo: no, ni idea
Tony: sabes dónde queda el dispensario?
Yo interno: ni idea
Yo: si
Tony: ok, cerca hay unas barras, un teléfono público, un rayado -hubo cierta interferencia y eso es lo que recuerdo-, te paras en esa calle y luego te vas caminando hasta la casa 22. El restaurante es la casa de al lado, llámame cuando llegues para abrirte.
Yo interno: ¿?
Yo: ok
A las 3, con cumpleañero en mano, me lanzo a El Hatillo a buscar aquella dirección incomprensible para mi, pero con una seguridad digna de envidia. Tras un par de vueltas veo el teléfono público, el rayado, las barras. Paro el carro y, entaconada, emprendo la subidita hasta la casa 22. Al lado, en una reja color naranja, nos espera… Ni idea de qué nos espera. Toco la puerta, llamo por teléfono y a los 5 minutos un señor ¿gocho? nos abre la puerta. Amablemente nos conduce a la cocina de la casa.
Dos mesas, una de ocho personas, otra de cuatro; la puerta del baño; la cocina. Nos sentamos en la de ocho, aunque somos dos, pero es que la mesa está puesta, tal como si fueras a comer en tu casa. El ¿gocho? nos pregunta qué vamos a tomar y nos da el menú. A lo margariteño, pedimos dos cervezas. El ¿gocho? nos mira un tanto sorprendidos y nos dice que solo hay vino y que hay que pedirlo por botella. Me veo completamente borracha y en tacones saliendo del recinto y respondo: «oye, ¿pero no lo hay por copa?». El ¿gocho? nos responde que no. Pedimos agua y coca cola light.
De pronto aparece Tony Maldonado. Me impresiono, esperaba a un carajo más parecido a Mario Bros y me consigo con una cara más parecida a El Conde del Guácharo. Simpatiquísimo, nos echa el cuento de su paso por Italia, vemos los títulos pegados en una pared. Le agarro confianza. Se lanza una cháchara en italiano con el cumpleañero y nos comenta que el menú se cambia cada quince días. Nos brinda un vino tinto que puede vender por copa. Somos felices.
El menú tiene pocas opciones pero bien concebidas. Entrada, primer plato, segundo plato y postre. Pedimos de todo, excepto el primer plato, es pasta y no queremos salir en ambulancia por sobrealimentación. Nos traen un pan casero espectacular con berenjenas picaditas, aceite de oliva y parmesano y una especie de pico de gallo con alcaparras. Pedimos minestra con camarones, filete de curvina con camarones y lentejas, lomito al grill con vegetales y arroz jazmín, tiramisú para concluir con el paladar endulzado. Todo está divinamente preparado. El lomito más cocido de lo normal, pero se lo paso porque la atención y el resto de los platos han estado a la altura.
Momento de pagar. La cuenta es un poco alta, pero recuerdo todo lo que pedimos y el servicio que nos brindaron y me parece que tampoco es tanto. Saco mi chequera, pues no hay punto de venta. Tony agarra el cheque, lo mete debajo de unos ¿libros? en un estante y me dice que lo cobrará el lunes. Hablamos un poco más con Tony, nos parece un tipo súper agradable. Dejamos la propina y el ¿gocho? nos dirige a la salida.
Estamos full, pero contentos. Comimos divino y nos atendieron esmeradamente. Nos miramos con cara de extrañeza. Twilight Zone es una metáfora que podríamos usar para definir la experiencia. Tan rara como buena.
Me siento a escribir esta reseña después de haber recibido un mensaje de mi banco, notificando el cobro del cheque. Me siento bien. Marco en el calendario, quince días después, la próxima fecha en la que iré al Duomo dei Sapori a probar los nuevos platos.