TO DO: Comer en el Palms ☑ -historia de un recordatorio-

En esta ciudad (Caracas), una cantidad importante de locales cierran antes de que te hayas enterado de su fantasmagórica existencia. Hay otros cuyo nombre escuchaste pero que nunca tuviste la oportunidad, los reales o las ganas de visitar. También están aquellos que conociste pero que pasaron a mejor vida justo cuando les estabas agarrando cariño -caso L’Osteria, convertido en un Sport Bar Family Book Center-.

Finalmente, tenemos a los restaurantes que siempre estuvieron en tu lista de to do’s pero creíste que nunca llegarías a conocer. Para hacer la historia corta -Dios, nunca puedo hacer una historia corta-, el Palms entraría en este último grupo.

Hace sopotocientos millones de años escuché que Helena Ibarra estaba a cargo del restaurante Palms del Hotel Altamira Suites. Desde ese momento anoté en mi bloc de notas Caribe -olvídense de Moleskine, esa vaina no existía-: «Comer en el Palms». Con el pasar del tiempo, el bloc fue víctima de rayones, manchas de café, quemaduras de cigarro y un sinfín de abusos, hasta que finalmente terminó en la basura y con él la lista de to do’s.

Recordatorio perdido, tarea olvidada.

Fue alrededor de agosto de 2013 cuando, dando vueltas por Altamira, el aviso medio luminoso del Hotel Altamira Suites me hizo recordar el bloc Caribe y el desvencijado item «Comer en el Palms». 

La posibilidad de poner un check sobre la tarea me produjo un trastorno obsesivo-compulsivo y no pude pensar en otra cosa que no fuera entrar y finalmente tachar, al tan mentado establecimiento, de mi lista -aunque esta ya no existiera físicamente-.

Y así fue como terminé sentada en la terraza del Palms, al lado de la piscina y con un educado -pero no muy ducho- mesonero, preguntándome qué quería tomar. Me encantaría decir que me tomé una copa de vino o un campari con soda o cualquier cosa menos universitaria, pero la verdad es que me caí a cervezas. Lo siento. Hacía calor.

Con el menú en la mano, lo primero que noté es que los nombres de los platos eran tan originales como cursis. Demasiada creatividad para mi gusto. De entrada pedimos unas empanadas de cazón, que ni en Cumaná y sus alrededores podrían hacerlas tan bien -me disculpan los cumaneses-. Doraditas, crujientes, con la cantidad exacta de relleno y el grosor perfecto. De revista. Las empanaditas vinieron acompañadas de tequeños rellenos de queso de cabra con sirope de papelón y unos topochos con ceviche de róbalo y salsa de cilantro. IMG_3246 IMG_3250 Después de sentir en vida la gloria divina, podía haberme ido sin patalear. Aún así -y full-, esperé con cierta ansiedad lo que venía. El hombrecillo educado se presentó con una combinación de punta y solomo con hilos de papa y un churrasco de mero con calamares, adornado con florecitas, hojitas y cositas varias. Suena tan cursi como el menú, pero la verdad es que la decoración del plato me pareció genial. IMG_3259 IMG_3255 Quise guardar espacio para el postre, pero muy a mi pesar no lo encontré. Esto es un tanto contradictorio pues he leído muchísimas reseñas quejándose del tamaño de las raciones. No sé si con el pasar de los años modificaron las cantidades o si la queja se debe a que a la gente le encanta meterse una Festal®-papa. A mi me pareció el sabor perfecto en el tamaño adecuado. Cabe destacar que después de esta vez he seguido visitando el lugar con los mismos resultados, por lo demás, satisfactorios.

Al igual que el tema de las raciones, he visto infinidad de comentarios con respecto a los altos precios. Y no es del todo falso, pero como no estás comiendo hamburguesita con queso y papas fritas, obviamente no encontrarás precios de McDonald’s -que ya no es tan barato-. Es más, hoy en día, cualquier taguara de esta ciudad llega a tener platos, de dudosa calidad, con precios más altos que el Palms.

Mi recomendación, buscar el chance, las ganas y los reales para que este sitio no se convierta en uno de esos restaurantes cuyo nombre escuchaste pero nunca visitaste.

Palms queda en la 1ra Av. con 1ra Transversal de Los Palos Grandes en la Planta Baja del Hotel Altamira Suites.